La naturaleza salvaje,
Que habita en mi mente
En angostos parajes,
Se ha adornado
De tules y encajes,
De verdes flores
Y verdes plumajes,
De sagrados animales
Y sagradas rapaces.
La naturaleza inerte,
Que habita en la sombra
Que provee a mi mente
Se ha sublevado
De mi ser inconsciente
Y ha esparcido sus ramas
Y ha extendido impaciente
Sus raíces dormidas
Y su fulgor incandescente.
Ha tenido por objeto
Proveer a mi mente
De retazos de paz
Y de luz suficiente
Para marchar insumisa
A un destino inminente.
Son quizás los días
Son quizás las auroras
Que aún me restan
Y poco a poco se agotan.
Es quizás el patíbulo
Del que pende la soga
Que imperturbable mece
Entre las rejas sus sombra.
O la causa y motivo
Es quizás la enajenación
Es tal vez el olvido
En que desvaría mi razón
Y se halla inmerso mi sentido
Por esperar un indulto
Para el que no fui elegido,
Por soñar un perdón
Que nunca será concedido,
Por que al llegar el sol
De ese día temido
Las palabras de hoy
Carecerán de sentido
Pues a este títere sesgarán
De un sablazo sus hilos.
Es pues que siento
Que la hora ha llegado
Para atajar los gritos
Gritos de un condenado