miércoles, 12 de mayo de 2010

He visto los ojos de la muerte
a través de las garras de la inocencia
debatiéndose entre susurros
y restos de semiinconsciencia
brillaron entre las columnas
del templo de la decadencia.

Y el siseo de su apendice sérpido
entre las sombras de la inexperiencia
retorciéndose entre alardeos
y simulacros de prepotencia
llegó hasta mis oídos
sin la menor trascendencia.

Suspiré al sentirme
poderosa de repente
y al volver la añorada luminiscencia
se cegaron mis ojos
e imaginé que te sentía cerca.

He olido el aliento de la muerte
desde las alas de la impotencia
derramándose acongojado
desde el vacío de su existencia,
flotando entre vahos
carente de inercia.

Y suspiré al sentir mi dolor
presa de añoranzas inciertas,
y me aferré al viento
e imaginé que te sentía cerca.

Y encontré un fugaz recuerdo
que habías implantado en mi mente
y lo arranqué y lo desplegué
y lo extendí sobre mí flotando inerte
para poder sentirte, sentirte muy cerca.
Por el placer de sentirme libre
de la sombra que por ti me acecha.

2 comentarios:

  1. Tengo una duda, los tres escritos hablan de lo mismo? Es el dolor de una mujer maltratada? Es la dependencia hacia ese ser? el miedo?

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  2. Pues tienes una muy bien fundada, y muy acertada, realmente sí, sí hablan de lo mismo, podemos comentarlo más ámpliamente cuando nos veamos, en vivo y en directo, ante ese café que tenemos pendiente, pero te adelanto que sí, los dos últimos son como la sombra de una intuición, un temor que se percibe.

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